En los años 70 se implanta la idea de que la industria era un sector de baja calificación, contaminante y que además no aportaba valor y competitividad en el país, por lo tanto se debían impulsar economías terciarias y de servicios. En esta línea, se favoreció la deslocalización de la producción para focalizarnos en servicios. Se dejó de hacer políticas industriales.
Así la migración masiva de la producción erosionó las capacidades domésticas para convertir las innovaciones en productos, perjudicando la capacidad de los países de origen, a la vez que países de recepción hacían movimientos con políticas orientadas a aprendizajes y servicios de innovación.
La crisis ha puesto de manifiesto que las economías industriales han mostrado una mayor fortaleza para afrontar la recesión que las economías con un menor peso industrial. Se pone de manifiesto la necesidad de un sector industrial.
Los nuevos patrones de consumo hacen replantear la producción alejada de la demanda. Fabricar de forma lejana por la atracción de los costes salariales cada vez es menos atractivo, la brecha salarial se está reduciendo y se añaden a los costes del transporte. Paralelamente, la gran mayoría de sectores industriales se enfrentan a nuevos patrones de demanda que exigen cambios extremadamente ágiles para atender una demanda exigente y personalizada.
Esta nueva demanda de consumidores exige fabricación personalizada, ágil, flexible y esto implica inteligencia en medios y sistemas de producción, aprovechar las capacidades de las tecnologías emergentes en nuevos productos y procesos, para atender nuevas necesidades. La fábrica de futuro exige innovación, Internet, nuevas tecnologías; hoy se llama Industria 4.0.
El tejido productivo asociado a la industria tiene un gran peso en el PIB 20% en Cataluña y una importante concentración de capacidad científico-tecnológicas. La Fabricación Inteligente, Industria 4.0 debe ser una de las prioridades dado que se trata de una actividad multisectorial en un territorio de tradición industrial con un tejido empresarial competitivo con presencia internacional y con importante capacidad científico y tecnológicas en tecnologías vinculadas a las actividades de fabricación.
Es necesario desplegar una estrategia específica de Industria 4.0 que genere un espacio de colaboración público-privada, con presencia de los diferentes agentes que están diseñando, desarrollando e implementando conjuntamente, actuaciones que contribuyen a la transformación del tejido industrial, administraciones públicas, organizaciones empresariales y sindicatos y agentes científico-tecnológicos.
Es difícil cuantificar el fenómeno del retorno de la industria en este momento, pero hay elementos y casos que demuestran esta tendencia para atender este nuevo escenario. Tenemos que estar preparados para tener gente, infraestructuras y territorio para este regreso a primera línea de la industrialización.